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  • Foto del escritorAndrés Ortíz

La educación digital a tres años del COVID 19: Reflexiones de un docente

Actualizado: 16 ene 2023

Por Andrés Ortiz Sosa



“¡Las cosas van a ser realmente diferentes!, ¿sabes?... no, no, ¡quiero decir realmente diferentes!” (Mark S. Miller, científico de la computación en 1986)

Corrían los años ochentas y el científico Mark S. Miller no encontró la palabra idónea para anticipar los grandes cambios que conllevaría la aplicación de la tecnología en los procesos sociales que décadas después a todo el mundo nos tocaría vivir. Si pudiéramos regresar en el tiempo y platicar con este investigador para decirle que dicho progreso se quedaría corto en comparación del desarrollo que en tan solo unos meses provocó un virus microscópico, probablemente aún seguiríamos buscando junto con el, la palabra adecuada.

Implicaciones post pandémicas en nuestro relato personal existen muchas y diversas. Y, a decir verdad, en tres años se transformó el mundo y todas las personas que vivimos en él también. En mi caso trajo consigo un proceso tan amplio que las líneas de este texto serían insuficientes para abordarlo, sin embargo, considero que una de las consecuencias que muy seguramente es la que más encuentro gusto en compartir al día de hoy es la de haberme convertido en docente.

Como néofito en dicha ocupación he tenido retos importantes, no obstante, uno de los que más me genera fascinación y en ocasiones algo de nostalgia es la agigantada transición digital a la que se ha visto inmersa la educación en todos los niveles y que ha llegado para quedarse.

Las clases en línea, la gama de plaformas escolares dentro de la web y el uso prácticamente obligado del internet para docentes y alumnado se toman ya como un hecho sin el cual el fenómeno educativo no podría explicarse durante y después de la pandemia.

No dudo de los alcances y las bondades que las tecnologías de la información y comunicaciones han traído a nuestras vidas, pero eso mismo me detiene a pensar en al menos tres grandes interrogantes que al día de hoy se encuentran lejos de ser despejadas. Las enumero:

1. El acceso diferenciado al internet.

Según la organización no gubernamental Human Rights Watch “la gran dependencia del aprendizaje en línea exacerbó la distribución desigual existente en la educación” (2021), esto debido a la falta de políticas públicas e infraestructura que gobiernos han tardado en implementar y que en muchos casos es insuficente. Inclusive inexistente.

Dicha problemática no desapareció con el regreso paulatino a las aulas de clase, sino que dejó atrás a muchas personas: la deserción escolar a causa del rezago en esta materia fue la constante.

2. La ausencia de espacios reales de aprendizaje y socialización.

El Banco Interamericano para el Desarrollo informó en 2022 que muchos estudiantes “no participaron en actividades de aprendizaje significativas y que el parón en la acumulación de habilidades tendrá consecuencias inmediatas y a largo plazo para el bienestar de los países”

No es difícil imaginar que una niñez y juventud estática y sin incentivos contundentes de instrucción académica acrecentarán los problemas sociales al día de hoy existentes, pero más allá de eso considerar la pérdida de potencial humano en las soluciones que tanto demanda la sociedad actual.

3. Educación en línea sin prevención de la violencia digital.

Crecer en un contexto de acceso al internet no implica en automático el uso adecuado de dicha tecnología. Máxime cuando los excesos y potenciales delitos cibernéticos son tan sencillos de activar con tan solo un click. En ese sentido estimo relevante traer al centro de la discusión una variable en muchas ocasiones inadvertida: el aumento del 25% reportado por la Organización Mundial de la Salud de la prevalencia de la ansiedad y la depresión posterior al año del inicio de la pandemia. Siendo la juventud uno de los grupos con mayor posibilidad de ser afectada no hay que subestimar la gran importancia de que el medio a través del cual las personas se auxilian para obtener educación sea el más adecuado y seguro para la integridad de quienes convergen en el.

Importantes tratadistas se anticipan a referir que la presente generación se encuentra perdida y rezagada, al menos educativamente hablando, ante ello resultan de vital importancia las acciones que debemos generar cuanto antes: la reducción de la brecha digital, la adecuación de programas educativos para el desarrollo personal y colectivo atendiendo a las dinámicas grupales de quienes reciben la instrucción y la prevención de la violencia digital desde temprana edad.

En el inicio de un nuevo año para la humanidad y la reanudación de labores educativas para millones de personas, mal haríamos en seguir sin encontrar las palabras adecuadas para nombrar los cambios que vive nuestra sociedad actual. Los diagnósticos se encuentran listos, el ingenio de la mente humana presto para proponer rutas críticas que activar y quienes reciben la enseñanza preparados para una necesaria calidad en la formación académica.

Desde la empatía y la acción comunitaria se pudieron despejar muchas dudas que la pandemia nos obligó a abordar. En este tema, a partir de esos mismos puntos podemos iniciar.



Referencias:

Sheppard, B., Ha, H. J., & Martínez, E. (2021). Years Don’t Wait for Them: Increased Inequalities in Children’s Right to Education Due to the Covid-19 Pandemic.


Abizanda, B., Almeyda, G., Arias Ortiz, E., Berlanga, C., Bornacelly, I., Bos, M. S., ... & Zoido, P. ¿Cómo reconstruir la educación postpandemia? Soluciones para cumplir con la promesa de un mejor futuro para la juventud.





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